lunes, 4 de noviembre de 2013

Espejos empañados

¿Por qué cuando estamos solos y cualquier espejo de la casa se empaña, nos apresuramos a limpiarlo con la mano? ¿Alguien se lo ha preguntado alguna vez?

Probablemente no. Se ha convertido en un acto reflejo tan arraigado en nuestras costumbres, que ni siquiera nos detenemos a meditar acerca de este acto de supervivencia, que se remonta a las primeras épocas en las cuales el ser humano necesitaba estar alerta de todo lo que le rodeaba en su medio ambiente; ahora bien, retomando la realidad detrás de algo que pudiera parecer cómico e incluso insulso, tal vez hasta aburrido o simplista dependiendo de quién lo esté leyendo, podría suponerse que detrás de esto no hay nada más que un simple movimiento reflejo, ¿verdad?

Desgraciadamente no es así.

Detente a pensar. ¿Qué hace la diferencia de que en la soledad de nuestro hogar o del baño de un hotel realicemos tal acción, a veces con prisa, hasta asegurarnos de que no volverá a ensombrecerse nuestra visión de lo reflejado; no obstante, cuando estamos en compañía o como mínimo escuchamos los sonidos de la vida a nuestro alrededor, nos remitimos a simplemente hacer unos cuantos garabatos en la superficie

Tú lo sabes, pero no lo quieres pensar siquiera. Sabes por qué cuando entre la regadera y en la bruma del agua caliente no hay un espejo cerca, sientes la necesidad de estar observando los alrededores, incluso mientras meditas bajo las gotas de agua para asegurarte de que continúas a solas. En medio del único sonido del agua y tu propia respiración, sin esperar nada. Normalmente estarías atento a cualquier ruido, hasta que algo fuera de lo común, algo extraño que, a pesar de los sonidos de tu ducha, pudieses oír, algo que te hiciese saltar de terror.

Como «supuestamente» estás desacompañado, mueves rápidamente tus ojos tratando de distinguir la más mínima sombra o movimiento, que te haga salir corriendo o encogerte en una esquina para esperar tu trágico final.

Muy en el fondo, el instinto primitivo de estar prevenido te dice que cuando tienes un espejo cerca, éste debe encontrarse completamente
despejado, permitiéndote ver siempre los alrededores para confirmar tu soledad.

Desde el inicio de los tiempos, cuando el ser humano se mantenía a una distancia prudente del reflejo de las aguas, pero siempre cerca para ver el reflejo de sus alrededores, se ha tenido la certeza del porqué de esta necesidad.

Tal vez tu mente de ser humano «civilizado» se niegue a reconocerlo, pero le es imposible negarlo cuando, en medio de tu tranquila ducha, te das la vuelta y las imágenes se han vuelto borrosas, como una bruma que te impide ver el límite de tu zona segura, y te apresuras a limpiarlo para dejarlo como estaba antes.

Tal vez no deberías hacerlo tan rápido.

Ahora que estás leyendo esto, la próxima vez que sientas que algo no está bien, que un leve crujido ha resonado en las sombras de alguna esquina detrás del cesto de ropa usada o de las cortinas o las toallas y haya un espejo que ha sido empañado por los vapores de la calidez del agua, simplemente no lo limpies.

Ton solo sal de la habitación pretendiendo que todo siga como siempre. Sal a dar una vuelta. Invita a un amigo a quedarse contigo o a visitarte hasta que el ambiente en tu hogar vuelva a ser el de siempre. Deja que el espejo se aclare a solas, eso les dará tiempo de ocultarse nuevamente y tú te evitarás cualquier asunto desagradable que te impida estar en paz por el resto de tu vida.

Después de todo, lo presientes cada vez que estás limpiando el vapor de la superficie y tienes el alma en un hilo, asegurándote en voz alta que cuando el espejo recupere su reflejo, sólo te verás a ti; aun cuando el miedo de encontrar la sombra de algo cerca de tu cuerpo o percibir un rostro asomado sobre tu hombro mientras tu mano limpia lenta y estáticamente el cristal, del cuál caen las gotas otrora cálidas mientras su rostro agarrota y congela tus sentidos.

Recuerda, una vez que los sientas, NO LIMPIES EL VAPOR DEL ESPEJO.

Cualquier persona en sus cinco sentidos que

CUALQUIER historia de espíritus,

perfectamente que no les gusta

descubiertos mientras te están observando.

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